El color profundo de tus ojos,
cual remanso de paz en la montaña,
me invita a encontrarme y desnudarme.
A tocarme y hasta el éxtasis llegar.
Esa luz que desprende tu mirada,
tan nítida y potente en la penumbra,
me cala, me llega, me atraviesa.
Y me vengo, gimo, lloro y demás.
Entre caricias y lo mojado de las sábanas,
comunión mayor no puede haber.
Te tengo hombre mío donde te quiero.
Y así, aquí me entrego a ti
en este carnal acto de fé.
Martha Constanza Garcìa
7 de febrero de 2017
©copyright
Todos los derechos reservados.
Es posible compartir este texto respetando completamente la autoría.
www.facebook.com/empoderamientoconempatia
Imagen: Pixabay