Cuenta la leyenda que nos criaron madres patriarcales que nos han enseñado cómo actuar para ser aceptadas.
Mientras ellas mismas se mantenían desconectadas de sus necesidades y deseos.
¿Y cómo no, si ellas también crecieron siendo niñas buenas o niñas heridas y enojadas
que demasiado pronto aprendieron a alejarse de su ser, de sí mismas, para sobrevivir?
Y así siempre se nos apreció porque fuimos niñas buenas, serviciales, complacientes.
También están nuestros padres, quienes desafiados por nuestra propia visión,
nos acusaron más de una vez de escandalosas, vanidosas, hipersensibles.
¿Y cómo no, si ellos también un día fueron niños de sensibilidad reprimida que
debían proteger la moral de la familia, vigilando a sus hermanas de cualquier acto “impío”?
Y así supimos que deberíamos convertirnos en mujeres fuertes, discretas y decentes.
Y pues quizá podemos remontarnos algunas generaciones de emociones controladas, congeladas.
Sacrificio disfrazado de servicio de donde se forjó lo que nos han enseñado es el precio de “pertenecer”.
Qué dolor saber que hay partes de nuestro ser que hemos preferido esconder
para no ver en los ojos de nuestro padre la tristeza, decepción o deshonra
que al parecer le causa nuestro atrevimiento, decisiones o libertad.
Qué dolor sentir que a mamá la traicionamos, la herimos, la abandonamos
cuando nos separamos de la línea que marcó su propia vida, cuando con atrevimiento
y sin pedir permiso nos escuchamos, nos liberamos, nos autocuidamos.
Y ya sea que nuestros padres ya no estén, vivan al lado o muy lejos,
el camino a la conciencia, integridad y libertad pasa sí o sí por enfrentar ese dolor.
Para así atrevernos a amar nuestra naturalidad, vulnerabilidad y fuerza.
Y podernos convertir en mujeres y madres un poquito menos patriarcales.
Martha Constanza García
16 de febrero de 2017
Todos los derechos reservados, es posible compartir este texto respetando completamente la autoría
www.facebook.com/empoderamientoconempatia
Imagen: Pixabay
Y voy contigo, sembrando consciencia en mi ser, abrazando lo que Soy al completo.
Me honra que caminemos juntas.
Te abrazo, me emociono muchisimo
Andrea
Me gustaMe gusta
Muchas gracias Andrea.
Lo mismo pienso/siento al caminar contigo a la distancia!
Gracias por estas líneas 🙂
Abrazo
Me gustaMe gusta